LXX aniversario y la Casa de Cursillos de Cristiandad I

Foto de 10 de junio de 2018

La actual Casa diocesana de Cursillos de Cristiandad, en la parte sur del Recinto Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, fue un lugar concebido por el Cardenal D. Pedro Segura, para establecer un Monasterio de la Visitación, encomendado a la Orden de la Visitación de Santa María (V.S.M., también llamadas Visitandinas o Salesas), una orden religiosa de vida consagrada que vive en clausura, pobreza y humildad, y cuyo carisma es promover la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, del que también era gran devoto el cardenal. Sin embargo, al poco tiempo de la muerte de D. Pedro, en 1957, abandonaron las instalaciones.

El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús fue construido por expreso deseo del cardenal D. Pedro Segura y Sáenz, quien estuvo revisando la marcha de las obras a diario, y las instalaciones fueron inauguradas oficialmente el 10 de octubre de 1948, para acoger al peregrino, a toda aquella persona que quisiera acercarse a Cristo, por la advocación a la que está consagrada España, y de la que era muy devoto este cardenal: el Sagrado Corazón de Jesús.

El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús no es un mero mirador, no es un lugar turístico o cultural, sino que es un templo a cielo abierto, como demuestra que la imagen de Jesucristo, con los brazos abiertos, esté en el centro y en lo más alto; estando debajo una capilla con la capacidad de acoger al Santísimo Sacramento y como indican sus principales accesos: un jardín con las capillas de los misterios del Rosario (no actualizado, porque San Juan Pablo II añadió uno más); un vía crucis entorno a Betania, que comienza en el Huerto de los Olivos y va mostrando cómo lo vivió Jesucristo; y la puerta que presiden, por un lado, San Pedro y San Pablo, y la Virgen de los Reyes. Y también lo confirman los diversos enterramientos (no sólo del cardenal Segura y familiares, sino de quienes colaboraron en su construcción y aportan en el presente para para su mantenimiento), que tiene debajo. Este lugar es un recinto sagrado para la espiritualidad, para la evangelización, la profundización de la fe, para el encuentro con Cristo, como así lo vivimos los católicos que le damos vida.