LXX aniversario y la Capilla Votiva II

Foto de 1 de abril de 2016

La Capilla Votiva, en el interior del cuerpo principal del Monumento, es el lugar en el que puede habitar el Corazón Eucarístico de Cristo, dentro de la propia torre. Con cancela de hierro forjado, atrio presidido por la imagen de San José, puertas de madera tallada y suelo de mármol blanco, tiene en su interior dos altares: a Cristo Rey y el altar del Sacramento, que tiene como retablo una representación de la Sagrada Cena del Señor, y la figura de Melquisedec que, hincada una rodilla, ofrece el pan de trigo y fruto de la vid. Las figuras tienen un tamaño mayor que el natural.
Datos extraídos de “El Cerro de los Sagrados Corazones: Guía del Peregrino”.


El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús fue construido por expreso deseo del cardenal D. Pedro Segura y Sáenz, quien estuvo revisando la marcha de las obras a diario, y las instalaciones fueron inauguradas oficialmente el 10 de octubre de 1948, para acoger al peregrino, a toda aquella persona que quisiera acercarse a Cristo, por la advocación a la que está consagrada España, y de la que era muy devoto este cardenal: el Sagrado Corazón de Jesús.

El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús no es un mero mirador, no es un lugar turístico o cultural, sino que es un templo a cielo abierto, como demuestra que la imagen de Jesucristo, con los brazos abiertos, esté en el centro y en lo más alto; estando debajo una capilla con la capacidad de acoger al Santísimo Sacramento y como indican sus principales accesos: un jardín con las capillas de los misterios del Rosario (no actualizado, porque San Juan Pablo II añadió uno más); un vía crucis entorno a Betania, que comienza en el Huerto de los Olivos y va mostrando cómo lo vivió Jesucristo; y la puerta que presiden, por un lado, San Pedro y San Pablo, y la Virgen de los Reyes. Y también lo confirman los diversos enterramientos (no sólo del cardenal Segura y familiares, sino de quienes colaboraron en su construcción y aportan en el presente para para su mantenimiento), que tiene debajo. Este lugar es un recinto sagrado para la espiritualidad, para la evangelización, la profundización de la fe, para el encuentro con Cristo, como así lo vivimos los católicos que le damos vida.