LXX aniversario: Lugar sagrado

Foto de 22 de junio de 2015.

El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús es un lugar sagrado por varios motivos: Ha sido bendecido canónicamente, por Mons. D. Pedro Segura, el 2 de julio de 1943; bajo la plataforma de la torre, hay un cementerio de aquellos que participaron en su construcción y gestión; en su zona central está la Capilla Votiva, para albergar al Señor en las celebraciones eucarísticas y adoraciones al Santísimo que se celebran.


¿A qué se considera lugar sagrado? Los lugares sagrados son lugares que se destinan al culto mediante la dedicación o bendición, normalmente realizada por un obispo. En un lugar sagrado sólo se admite, en principio, lo que favorezca el fomento del culto. Los lugares sagrados pierden su dedicación o bendición si resultan destruidos en gran parte o si son reducidos permanentemente a usos profanos por decreto del obispo o de hecho. Estas indicaciones están contenidas en la tercera parte del libro IV del Código de Derecho Canónico, entre los cánones 1205-1253.


El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús fue construido por expreso deseo del cardenal D. Pedro Segura y Sáenz, quien estuvo revisando la marcha de las obras a diario, y las instalaciones fueron inauguradas oficialmente el 10 de octubre de 1948, para acoger al peregrino, a toda aquella persona que quisiera acercarse a Cristo, por la advocación a la que está consagrada España, y de la que era muy devoto este cardenal: el Sagrado Corazón de Jesús.

El Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús no es un mero mirador, no es un lugar turístico o cultural, sino que es un templo a cielo abierto, como demuestra que la imagen de Jesucristo, con los brazos abiertos, esté en el centro y en lo más alto; estando debajo una capilla con la capacidad de acoger al Santísimo Sacramento y como indican sus principales accesos: un jardín con las capillas de los misterios del Rosario (no actualizado, porque San Juan Pablo II añadió uno más); un vía crucis entorno a Betania, que comienza en el Huerto de los Olivos y va mostrando cómo lo vivió Jesucristo; y la puerta que presiden, por un lado, San Pedro y San Pablo, y la Virgen de los Reyes. Y también lo confirman los diversos enterramientos (no sólo del cardenal Segura y familiares, sino de quienes colaboraron en su construcción y aportan en el presente para para su mantenimiento), que tiene debajo. Este lugar es un recinto sagrado para la espiritualidad, para la evangelización, la profundización de la fe, para el encuentro con Cristo, como así lo vivimos los católicos que le damos vida.