Foto de 21 de abril de 2017 |
El
Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús es también un lugar sagrado con
múltiples muestras de que Mons. D. Pedro Segura era un gran devoto de nuestra
Madre, la Virgen María: el pórtico interior de la entrada principal al recinto
está presidido por la Virgen de los Reyes (patrona de la Archidiócesis de
Sevilla), y en sus machones laterales, imágenes de la Fe y la Caridad; la
imagen de la Inmaculada, a media altura de la torre, en la cara oeste; el altar
norte, dedicado a la Coronación de la Santísima Virgen; las tres capillas
marianas en los miradores, entre el recinto y el jardín (de derecha a
izquierda: Nuestra Señora del Rosario, la Milagrosa y la Virgen del Pilar); el
Triunfo del Corazón de María (copia de la Virgen del Amparo en el jardín, al
inicio de los caminos para el rezo del Santo Rosario).
Esta recopilación está documentada en la "El Cerro de los Sagrados Corazones: Guía del Peregrino", documento de referencia para entender este Recinto Monumental.
El
Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús fue construido por expreso deseo
del cardenal D. Pedro Segura y Sáenz, quien estuvo revisando la marcha de las
obras a diario, y las instalaciones fueron inauguradas oficialmente el 10 de
octubre de 1948, para acoger al peregrino, a toda aquella persona que quisiera
acercarse a Cristo, por la advocación a la que está consagrada España, y de la
que era muy devoto este cardenal: el Sagrado Corazón de Jesús.
El
Recinto Monumental al Sagrado Corazón de Jesús no es un mero mirador, no es un
lugar turístico o cultural, sino que es un templo a cielo abierto, como
demuestra que la imagen de Jesucristo, con los brazos abiertos, esté en el
centro y en lo más alto; estando debajo una capilla con la capacidad de acoger
al Santísimo Sacramento y como indican sus principales accesos: un jardín con
las capillas de los misterios del Rosario (no actualizado, porque San Juan
Pablo II añadió uno más); un vía crucis entorno a Betania, que comienza en el
Huerto de los Olivos y va mostrando cómo lo vivió Jesucristo; y la puerta que
presiden, por un lado, San Pedro y San Pablo, y la Virgen de los Reyes. Y
también lo confirman los diversos enterramientos (no sólo del cardenal Segura y
familiares, sino de quienes colaboraron en su construcción y aportan en el
presente para para su mantenimiento), que tiene debajo. Este lugar es un
recinto sagrado para la espiritualidad, para la evangelización, la
profundización de la fe, para el encuentro con Cristo, como así lo vivimos los
católicos que le damos vida.