Testimonio de un seminarista menor en la JMJ 2016


Francisco J. Romero (seminarista menor y de la Parroquia de los Sagrados Corazones): 

Parece que fue ayer cuando me subía al avión con el grupo de la parroquia de San Sebastián, y otros grupos de la Archidiócesis, para comenzar una aventura alucinante junto con mi director espiritual, D. Manuel Jiménez Carreira, a quien le estaré siempre agradecido por haber sido el que, desde un principio, me animó a dar el paso. Muchos son los momentos vividos en Polonia, desde los divertidos viajes en autobús con destino a nuestro primer lugar de acogida en Breslavia, hasta aquella noche. Aquella noche con MAYÚSCULAS. Donde viví la mayor experiencia de amor y misericordia de Dios en el Campus Misericordiae. Aquella vigilia con el Papa Francisco, la Adoración, los testimonios que pude escuchar y que tan profundos fueron, e incluso la calor de la mañana siguiente, que no fue impedimento para acompañar al Santo Padre en la Eucaristía que él mismo presidió.

Fueron tantas las risas y las buenas compañías que recibí en tal maravilloso viaje, que hizo que me diese cuenta que aunque fuésemos de distintos lugares, todos nosotros estábamos unidos por algo más que por estar en un punto geográfico concreto. Estábamos unidos a Dios y a su amor.

Comentando con Ignacio del Rey, uno de los seminaristas que también viajó a Polonia para la JMJ, percibimos que una de las cosas que más nos impresionaron fue la gran hospitalidad del pueblo polaco. Testimonio de entrega y servicio que pude ver y vivir con mis propias facultades. Y que a día de hoy, me siento muy afortunado de haber podido experimentarlo.

Como seminarista menor puedo decir que esta experiencia me ha enriquecido tanto espiritual como humanamente. Jamás pensé que un encuentro como ese me habría podido ayudar tanto en mi vocación. Con alegría puedo decir que “no seré un joven acomodado en su gran sofá, sino que me levantaré a dar testimonio de la misericordia de Dios”. Son pocas las palabras que puedo aportar, porque aún así se quedarían cortas para expresar ese sentimiento de agradecimiento que tengo. Porque sé que las cosas de Dios siempre acaban bien, aunque como nos dijeron al finalizar las Jornadas Mundiales de la Juventud, esto no acaba aquí, sino que aquí empieza nuestra aventura. Gracias de corazón.


Puede ver todos los testimonios recopilados en el siguiente enlace:
Y también estos otros dos testimonios cercanos: